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Las temibles visitas en el hospital

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Las (temibles) visitas en el hospital cuando nace un bebé suelen ser largas, en algunos casos incluso molestas, sin tener en cuenta que tanto la mamá como el bebé necesitan descansar, conocerse, sentirse… en definitiva ¡estar tranquilos!

Llega el momento! El bebé va a nacer y en lugar de irnos corriendo al hospital empezamos a mandar mensajes como locas: a mamá, a la tía, a los primos, a la tía abuela, a tu mejor amiga… ¡hasta a la suegra! y cuando ya están todos avisados por fin salimos de casa maleta al hombro y corriendo porque no aguantamos más. Resultado: cuando llegamos al hospital está toda la familia y aún no hemos entrado ni a la consulta, por suerte no es una falsa alarma ¡estamos de parto!

Después de unas horas, para unas más para otras menos (qué suerte!), nace nuestro pequeño retoño y en la planta se monta una fiesta. Normal! Estaba toda la familia allí. Nosotras estamos cansadas, agotadas, extasiadas  con unas pintas horrorosas y sin ganas de estar con nadie; lo único que nos apetece es estar con nuestro bebé y con papá. Por suerte con tu bebé te dejan estar un ratito mientras os recuperáis y luego, dependiendo del hospital, te llevan a la habitación mientras al bebé le hacen las pruebas rutinarias.

Llegas a tu habitación donde no coge ni un alfiler y empiezan a acosarte con preguntas ¿cómo ha sido? ¿te pusieron epidural? ¿cómo es? ¿de que color tiene el pelo?… mientras tu móvil no deja de sonar y tu piensas ¡por favor haz que desaparezcan! A todo esto, ¿donde está el papá? Después de pasarte un rato buscándolo lo encuentras en una esquina detrás de la vecina de la tía del pueblo intentando hacerse paso para darte un beso.

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Finalmente aparece “el churumbel” y se monta la segunda fiesta del día. Aunque a los lejos escuchas algo similar a un ¿puedo cogerlo? el pequeño ya está de brazos en brazos, nervioso, hambriento, desconcertado y con una necesidad enorme de estar con su mamá. Finalmente se van todas las visitas, que por desgracia volverán el día siguiente y luego irán a casa a veros (varias veces), y te quedas con tu bebé que está totalmente descontrolado, casi no es capaz de relajarse ni con el pecho, y tendrás suerte si duerme esa noche.

Seguro que os estáis riendo pero también pensáis que nada lejos de la realidad. A mi me pasó con el primero, con la segunda ya no me cogieron de novata y las visitas en el hospital fueron las justas y en casa las organicé yo (de estas hablaremos otro día)

Porque esos días NECESITÁIS Tranquilidad, Relax, Vuestro Espacio, Sentiros, Miraros,… ¡DISFRUTAR EL UNO DEL OTRO! Que no os de vergüenza pedirles que os dejen tranquilos y explicarles vuestros sentimientos al respecto ¡seguro que lo entienden! (y sino pensar siempre en lo que es mejor para vosotros)

Y para las visitas en el hospital (que siempre nos tocará alguna vez serlo) unos consejos:

  1. Respetemos las decisiones y necesidades de la recién estrenada madre, su recién nacido y su pareja. Hay mucho tiempo para ir a visitarlos.

  2. Dejemos que se impregnen primero ellos, los padres con su hijo-a y el hijo-a con sus padres.

  3. Dejemos que se adapten al nuevo rol que tienen que asumir, que tienen que experimentar y adecuar a la nueva situación.

  4. Estemos sólo cuando nos requieran y para ayudar a que se sientan mejor, no para generar más angustia, conflictos y dudas.

  5. No hagamos juicios de valor porque nos pidan que por favor, “las visitas cuando me sienta preparada y con ganas de recibirlas”.

  6. Simplemente: RESPETEMOS A LA MADRE Y SU BEBÉ.

Fuente:Embarazadasymamas.com